"Basta ver los puños en alto para sentir verguenza.
Verguenza por la estúpida calma cotidiana,
por la comodidad inescrupulosa y egoísta de cada día;
por el monótono quejido de estómagos llenos y verdades manipuladas;
verguenza por la ceguera eterna y el oportunismo indecente del propio yo ante todo...
Basta ver la esperanza en ciertos ojos para llorar de pena por nuestras propias mezquindades
y por la lucha irracional, miserable, servil e individualista de egos subalternos y funcionales
pisoteándose por llegar primeros a no sé qué paraísos inventados...
Basta escuchar el eco de los gritos entre las grietas de la muralla para estremecerse ante el agudo dolor y el más injusto de los legados...
Basta desviar la vista del camino señalado por las luces y los mensajes ensordecedores para ver la realidad escondida vilmente bajo la gran alfombra de la hipocresía humana..."
Paula
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